¿Podría el 15-M hacer dimitir a Rajoy?

Varios politólogos señalan que los movimientos sociales requieren de herramientas electorales para lograr el cambio de Ejecutivo

Aurora Muñoz

Los indignados vuelven a la calle. Las plataformas Acampada Sol, Marea Ciudadana, Democracia Real YaMarea Blanca se han sumado a una convocatoria surgida en las redes sociales para pedir la dimisión del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, frente a las sedes del Partido Popular (PP).

Bajo los lemas «Gobierno dimisión» y «Barbacoa de chorizos en las sedes del PP», se han celebrado manifestaciones en una decena de ciudades, entre las que se encuentran Londres, Madrid y Ámsterdam. La primera concentración tuvo lugar el pasado domingo en Palma de Mallorca, donde medio centenar de personas se reunieron ante la delegación de Gobierno en Baleares para la salida del actual Ejecutivo. Casi simultáneamente, más de 400 barceloneses acudieron a la sede de este mismo organismo en Cataluña. La mecha había prendido y, desde entonces, las protestas han ido en aumento.

Varias plataformas de participación ciudadana han colgado peticiones para exigir explicaciones al presidente del Gobierno sobre los presuntos pagos que recibió de Luís Bárcenas, extesorero del partido entre 2009 y 2010. La iniciativa que figura en Avaaz.org ha recopilado 197,907 firmas en tres días, de las cuales 140.000 se registraron en las primeras 24 horas.

En el comunicado difundido, los colectivos convocantes señalan que las protestas frente a las sedes del PP pretenden poner de manifiesto la gravedad de la situación política, a raíz de las últimas informaciones publicadas en la prensa sobre el caso Bárcenas y la supuesta contabilidad B del Partido Popular. «La solución debe pasar por la convergencia en un proceso verdaderamente democrático y transparente, donde los protagonistas no sean los poderes económicos sino el respeto a los Derechos Humanos», recoge el texto.

Sin embargo, las herramientas de las que dispone el sistema democrático difícilmente servirán para introducir un cambio en La Moncloa. La moción de censura es un instrumento esencial de la democracia parlamentaria, porque es el único medio que tienen los parlamentos para controlar a los miembros del Ejecutivo que han sido elegidos previamente en las urnas. Aún así, la mayoría absoluta del PP le pone las cosas complicadas a la oposición que, por otro lado, ni siquiera ha planteado esta medida hasta la fecha.

El secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, se ha dado de plazo hasta la próxima semana. Si el PP vuelve a bloquear la nueva petición de comparecencia de Mariano Rajoy por el caso Bárcenas, presentará la moción de censura. Los socialistas se han resistido a esa fórmula parlamentaria porque, para que prosperase, necesitarían un número de votos que no pueden conseguir. A pesar de ello, aseguran que lo intentarán como un gesto de higiene democrática.

La ciudadanía es optimista. Las peticiones que recogen las plataformas de participación ciudadana expresan confianza en que la presión popular podría ser decisiva. «Los partidos de la oposición pueden forzarle [a Rajoy] a comparecer y rendir cuentas a través de una acción conjunta, y un apoyo ciudadano masivo puede marcar la diferencia. Impulsemos una gigantesca moción de censura ciudadana con un ultimátum a Rajoy para que se someta al control del parlamento en las próximas horas, o dimita y convoque elecciones anticipadas», plasma la iniciativa que está colgada en Avaaz.org.

Movimientos sociales, un explosivo lento

«Todo parece indicar que la opinión pública está cambiando sus posiciones en el voto y su actitud hacia los políticos, tal y como se observa en cada uno de los barómetros mensuales del CIS. Los culpan de la situación actual y no sólo  los consideran culpables de ser incompetentes en sus menesteres, sino que además sospechan que sus actuaciones no son suficiente honestas», explica Leopoldo Cabrera, profesor de Sociología en universidad tinerfeña de La Laguna.

«Facebook, Twitter y otras redes sociales facilitan las intercomunicaciones y magnifican la difusión del malestar. Con o sin manifestaciones numerosas, lo cierto es que en cualquier momento puede saltar la chispa, como en Brasil. El otoño se apunta caliente y movido, en un panorama preocupante, donde cualquier iniciativa podría generar una aglutinación de fuerzas que debilitarían notablemente al Gobierno», pronostica.

Jaime Pastor, profesor del departamento de Ciencia Política y de la Administración de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), anota varios precedentes. «Los brasileños consiguieron que [Fernando Affonso] Collor de Melo dimitiese por corrupción y en otros países, como Argentina o Ecuador, también se han producido movilizaciones históricas que han logrado echar a gobiernos y conducir a convocatoria de nuevas elecciones.

En nuestro caso, no se han dado esas situaciones pero la protesta del 13-M de 2004 delante de las sedes del PP provocó un vuelco electoral a favor del PSOE en los comicios del día siguiente», recuerda. «En esta ocasión, la indignación popular frente a la corrupción y a la ausencia de rendición de cuentas por parte del Gobierno es tan grande que puede generar una movilización creciente y, en todo caso, demostrar que frente a la legitimidad electoral de origen de este gobierno, se hace patente una ilegitimidad de ejercicio que se está viendo corroborada por los sondeos de opinión», valora.

Una estabilidad política de ‘cartón piedra’

La baza de estabilidad política con la que Rajoy juega hasta ahora ante los mercados es cada vez más precaria. «Nunca habíamos vivido una brecha tan profunda entre la valoración social y el poder institucional de un gobierno en España. Es cierto que la mayoría absoluta da una apariencia de robustez al PP, pero su debilidad comienza a hacerse patente en las críticas que recibe de la prensa internacional y en las protestas que se suceden en la calle. Las dificultades electorales de los populares no se manifiestan todavía con más fuerza porque no hay alternativas nítidas. El PSOE no aprueba como oposición y tapa las vergüenzas del Gobierno», dictamina Íñigo Errejón, doctor e investigador en Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid.

A pesar de eso, este experto en movimientos sociales duda que esta crisis vaya a costarle el puesto al actual presidente. «Será difícil ver a Rajoy abandonando La Moncloa en helicóptero sólo por la movilización social», dice con sorna. «Eso no resta importancia a las protestas. El movimiento 15-M puede ser determinante si encuentra herramientas electorales para materializar sus demandas», advierte. Errejón ha visto antes ejemplos similares. «América Latina está viendo nacer una multitud de grupos políticos que no son partidos al uso. Tienen su origen en asociaciones ciudadanas que decidieron convertir su ideario en programa y plantar cara también en las urnas», indica. Sería algo parecido a lo que pretende hacer el Partido X en España, pero con unas listas detalladas con nombres y apellidos.

Braulio Gómez, investigador en Ciencias Políticas y Sociología en la Universidad de Deusto, no cree que los indignados las tengan todas consigo. «La movilización en las calles contra el gobierno de Rajoy solo tendría el potencial de conseguir un adelanto electoral, si los votantes populares que se sienten engañados por el Gobierno de Rajoy empiezan a unirse a las acciones callejeras. Algo muy complicado», plantea. La clave está en los tiempos. Los movimientos sociales son un explosivo de efecto lento.

«Su ciclo de movilización y de acción es distinto al de la política institucional», aclara Luis Bouza, doctor en Ciencias Políticas por Universidad Robert Gordon de Aberdeen y máster en Estudios Europeos por el Colegio de Europa. «El gobierno no va a caer por las manifestaciones de ayer ni por la moción de censura de la oposición, puesto que ya no se trata sólo de mostrar indignación. La sociedad tiene que mandar una señal clara», añade.

«Los movimientos sociales tienen capacidad de marcar la agenda y de resistencia, no de forzar decisiones. El mejor ejemplo es el de la PAH, que consiguió que se hablase de la dación en pago y ha paralizado muchos desahucios, pero no puede cambiar la voluntad del partido en el Gobierno», ejemplifica Bouza. «En este caso sucederá algo similar. La movilización contribuirá a visibilizar el rechazo y es probable que no se limite a las manifestaciones de hoy, sino que contribuirá a que se hable del problema durante buena parte del verano, pero no cambiará la agenda. Es más, el partido en el gobierno puede reforzar en cierta medida el mensaje partidista señalando que se producen manifestaciones sólo contra el PP y no contra otros partidos afectados por escándalos recientes», augura.

Fuente: http://www.zoomnews.es/71672/actualidad/sociedad/15-m-plantea-mocion-censura-popular-propiciar-dimision-rajoy

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