Un gaditano para la historia: monseñor Carlos Cuarteroni

Hoy se cumplen 150 años de la llegada a Labuán de este gaditano ilustre que viajó por los Mares del Sur rescatando esclavos de los piratas

carlos cuarteroni

Aurora Muñoz | Cádiz

La historia está repleta de personajes que podrían convertirse en héroes si alguien los descubriera, y la de Cuarteroni, es una de esas vidas que rebasan la imaginación de cualquier novelista.

Una de las descubridoras de este gaditano universal ha sido Alicia Castellanos Escudier, licenciada en Geografía e Historia, doctora y especialista en la emancipación de Filipinas. Según cuenta la historiadora, lo suyo con la figura de Cuarteroni fue amor a primera vista: “Cuando en 1988 fui comisaria de la exposición España y Filipinas, encontré su testamento y tuve la sensación de que había sido elegida para contar su vida”.

A partir de ese momento, Castellanos Escudier inició su propia cruzada documental hasta publicar, seis años después, Cuarteroni y los piratas malayos, una biografía que recoge la trayectoria de este polifacético aventurero.

El personaje histórico que representa monseñor Carlos Cuarteroni no tiene desperdicio. Fue marino y gran conocedor de la geografía filipina, por lo que ha dejado un legado importantísimo en mapas y cartas de navegación correspondientes a la zona de la Carrera de las Indias. Más tarde,  abandonó esta ocupación para sustituirla por la pesca de perlas y carey… Claro que esa sólo es la primera parte de su vida, lo más extraordinario de su existencia aún estaba por suceder.

En 1842 encontró un barco inglés, lleno de lingotes de plata, que se había hundido en el Mar de la China. Este hallazgo se convirtió para él en una señal que Dios había puesto en su camino para que ayudase a los esclavos malayos. El resto de su fortuna fue encaminada a pagar los rescates de los cautivos que iba encontrando y, con permiso del sultán de Brunei, construyó dos iglesias en Borneo y su propia misión en Labuán. Esta vida de entrega le valió el título de prefecto apostólico, como un reconocimiento de Pío IX a su labor en Propaganda Fide.

“Algún día tendrán que canonizarlo. Las misiones que levantó, eran auténticas ONGs donde acudía cualquiera que necesitase ayuda: infieles, náufragos… Además se convirtió en un abolicionista de la esclavitud y defensor activo de los Derechos Humanos, antes incluso de que éstos se promulgasen”, agrega Alicia Castellanos. Pero como sucede en las grandes epopeyas, la desgracia ya andaba sobrevolando el final de este marinero valiente.

Los intereses de las potencias del siglo XIX repercutieron negativamente en la obra de Cuarteroni y parte de los terrenos de las misiones pasaron a manos de los ingleses. “Carlos Cuarteroni era como el pájaro de fuego de Las Molucas, que aletea sobre el agua y sólo se posa sobre la tierra cuando va a morir”. Según la historiadora, así es como regresa este lobo de mar a su ciudad natal: abandonado por su tripulación, enfermo y arruinado por culpa del Lynx, un bergantín que hundió su reputación por haber pertenecido antes a una flota pirata.

A pesar de que existe más de un siglo de por medio, su historia está de plena actualidad. La competencia naval que Singapur y Hong Kong hacían a los astilleros españoles, los conflictos entre Inglaterra y China por el contrabando de opio o el integrismo islámico, son cuestiones que ya traían de cabeza a los gobernantes de aquella época.

Hoy se cumplen 150 años de la llegada de monseñor Cuarteroni a Labuán y para celebrarlo se sucederán distintos actos en Malaysia, entre los que destacan una exposición que contribuirá a desenterrar la figura de este misionero y el descubrimiento de un busto que han financiado conjuntamente el Obispado y el Ayuntamiento de Cádiz.

Cuarteroni pudo ser el modelo literario de Salgari

“Labuán, la isla elegida por Emilio Salgari como marco geográfico para uno de los capítulos de su famosa novela Sandokán, ya había sido elegida cincuenta años antes como sede central de las nuevas misiones católicas del capitán Cuarteroni”. Con estas palabras Alicia Castellanos Escriber, la autora de su biografía, deja en el aire la posibilidad de que el escritor y periodista italiano se inspirase en la vida de este gaditano ilustre para construir su personaje más célebre.

“Se cuenta que Salgari apenas viajó y que era un auténtico ratón de biblioteca. Si a esta circunstancia unimos el hecho de que Cuarteroni fue coetáneo del rajá inglés de Sarawak y que en 1855 publicó en Roma una narración al respecto, es probable que el novelista tuviera acceso a esta obra escrita en italiano y que le suministrara valiosos materiales para escribir”, añade Castellanos Escriber.

De hecho, la belleza cautivadora de una sobrina del gobernador de la isla pudo cristalizarse en la imaginación del autor como la Perla de Labuán, una mujer por la que Sandokán cambia, convirtiéndose en un pirata menos perverso.

Fuente: Diario de Cádiz

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